Oficio de tinieblas

Oficio de tinieblas
sclc/vlátido

miércoles, mayo 03, 2006

Rosa Venus

Rosa Venus



A Otto Reich, ex funcionario del gobierno norteamericano, se le apareció la historia como un grito, pero él, cínico, la quiso convertir en un susurro. Durante el programa de televisión de Andrés Oppenheimer, transmitido el lunes a la medianoche en Televisa, Reich y el titular de la emisión temían la posibilidad de un neo militarismo nacionalista en ascenso en América Latina, a propósito del triunfo en la primera vuelta electoral de Ollanta Humala en Perú. La historia pronto quiso cobrar algunas facturas: en el siglo XX, cuando el comunismo “amenazaba” a las democracias latinoamericanas, Estados Unidos alentó los golpes de Estado militares. El objetivo era mantener el antiguo régimen favorable a los intereses norteamericanos.
Este recordatorio a Reich mereció de él una respuesta lacónica, evasiva, cínica: yo no estuve ahí.
Con una sola frase, el ex funcionario se lavó las manos. Libre de culpa (manos olorosas a Rosa Venus), Reich pretendió descalificar el inminente ascenso de Humala y de la izquierda nacionalista en América Latina. Una izquierda en algunos casos representada por ex militares, como en Venezuela y posiblemente en Perú.
El punto no es aplaudir que ex militares tomen el poder, ni que propongan programas de gobierno nacionalistas, ni que, en contraparte, lo hagan tecnócratas embelesados por las mieles del neoliberalismo. Lo que me importa es señalar ese cierto desprecio hacia la historia, o la manipulación de la misma para justificar una posición. La postura es minimizarla a conveniencia, limpiarla a gusto con jabón barato y hacerla aparecer como un susurro que se acalla hasta que deja de existir.
Ya a la caída del Muro de Berlín lo quisieron hacer. El Muro significó el final de las ideologías. En ese entonces se habló del fin de la historia y de la aparición de un nuevo hombre, poshistórico, que gozaría de los beneficios del capitalismo. La contradicción, motor de la historia, decían, era cosa del pasado. Por lo tanto la historia había dejado de existir. Qué paradoja. A partir de entonces reinaría una sola manera de pensar: el modo de ser norteamericano.
No sé si dio tiempo de soñar. De la clandestinidad a la legalidad, los movimientos de izquierda en América Latina han puesto a la contradicción en el centro de la historia. Los ejemplos sobran: Brasil, Chile, Venezuela, Bolivia, Argentina, Perú, Uruguay y quizá México. Países que, como el resto de los latinoamericanos, sufrieron en diversos grados la injerencia norteamericana durante el siglo pasado.
Aunque digan “yo no estuve ahí”, o se hable de la poshistoria, los procesos históricos de los países latinoamericanos perseguirán, como fantasmas, a quienes tratan de lavarse las manos después de haber cagado.

Zapping

Diablo Guardián (Punto de lectura, 2005), de Xavier Velasco: una jovencita mexicana de clase media, fastidiada porque la obligan a oxigenarse el pelo y aprender inglés, roba 100 mil dólares a sus padres, quienes también se los habían tranzado, y se larga a Estados Unidos. Su vida cambia: se vuelve puta y drogadicta, aventurera, y decide contar sus experiencias.