El circo sagrado
Me encanta Dios, pero me encabrona el Papa. No lo dijo Jaime Sabines. No sé si sea cierto que, como sí dijo el poeta, Dios sea un tipo cegatón y torpe con las manos; y tampoco sé si él ha enviado a tipos “excepcionales, como Buda, o Mahoma, o Cristo, o mi tía Chofi”. Y si también envió al Papa. Yo lo dudo porque nadie me ha convencido, ni lo he hecho por mi cuenta, de que existe.
Lo que sí es cierto es la sensiblería desbordada por todos lados con la muerte del Papa. Eso me encabrona. (Ya sé, y me lo han dicho, no debo hacer tanto coraje). Las pantallas de televisión casi lloran. Hasta tuve que acercarme al monitor para limpiar las lágrimas de los conductores que de un momento a otro, pensaba, se iban a salir, escapar, como en El Aro.
Eso fue un gran espectáculo, el circo mediático. Todo se coció a fuego lento, ante la desesperación de los periodistas quienes, un par de semanas antes, habían viajado a Roma para transmitir en vivo la muerte. Se desesperaron. Después estalló la noticia que, como siempre, capitalizaron las televisoras para llevar agua, dinero, prestigio, a su molino. “Fuimos los primeros en dar la noticia”. Eso es oportunidad. (Y también olfato carnicero).
Fueron horas, transmisiones en directo. Todo por el rating. Y porque, además, a bote pronto, a nadie hace daño que el Papa se muera. ¿O sí? Era anticomunista, intolerante, conservador, contradictorio y gastaba un chingo de paga. Ahora viene la política, los jaloneos, los intereses por dirigir a la Iglesia católica.
Después el desafuero de López Obrador, con un discurso que a veces pareciera viejo, pero es tan actual y peligroso que solamente unos cortes informativos y dos o tres notas opacadas por el barullo papal bastaron para los medios electrónicos. Eso no vende; además, pone en riesgo al país S.A.
No sé si Dios envió al Papa, pero esa noche, la de su muerte, fui al cine e hice el amor. (Por qué jodidos me acordé de Sabines, ni me gusta).
Zapping
Las plumas buscan donde caer, desprenderse, para que el viento se las lleve. A veces el espacio es virtual: la blogósfera. Ahí andan, posteando, el Navo, el Pulido, el pinchequijotedemierda y, ahora, también, el maese Mauricio Sáenz (www.demasiadofuror.blogspot.com). Se recomienda leer, aunque sea en la pantalla de la computadora. (Así dicen ser los posmodernos).
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