Oficio de tinieblas

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sclc/vlátido

viernes, septiembre 02, 2005

Canción para serpientes

· Canción para serpientes



Las letras, redondas, narran la historia de Chiapas: hacen eco de las balas, de las matanzas, de las injusticias. Alguien las acomoda y las atiborra de ideologías, de historias, de sangre. Las letras, la literatura, alcanza a la realidad y la representa estéticamente: en ese mundo todo cabe, hasta la idea más peregrina.
La ficción de la realidad, de la historia.
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional no tiene, solamente, un séquito de paisas dispuestos batirse, a jugársela en el terreno que les toque; ni el Sup enamoradas a quienes les viene valiendo su pancita. También tienen sus escritores, y chiapanecos.
Canción sin letra (Coneculta, 1999) de Heberto Morales y Nudo de serpientes (El Animal, 2004) de Alejandro Aldana Sellschopp son novelas que recrean el levantamiento zapatista de 1994. Ambas tienen posiciones encontradas, persiguen fines diferentes.
La novela de Heberto Morales tuerce hacia una explicación “oficial” de la historia. En su mundo paralelo deambulan personajes innombrables: nadie sabe qué hacen esos fuereños que con boina y pipa caminan por las calles de San Cristóbal, leen libros rojos y se reúnen en cafés; o las intenciones de clérigos, picudos, quienes optan por la preferencia por los pobres. No. La vida transcurre entre las injusticias a los ladinos, a los coletos, a los pequeños propietarios quienes poco a poco se van quedando sin nada.
En Nudo de serpientes, Alejandro Aldana se toma un café y da vuelta a la página. Se quiere una lección de historia en donde confluyen, en el mismo espacio, personajes históricos guarecidos en una sola estirpe: la bravura ladina de los zapatos junto a la valentía india de los zapatos; y los conquistadores españoles junto a los militares y finqueros chiapanecos de nuestra historia reciente. Y la rabia, del autor, por las masacres de indígenas. Todas golpeadas por la misma pértiga: la propiedad de la tierra.
En ambos textos hay una intención de explicar el levantamiento con diferentes enfoques. Remontan años, explican las luchas por las tierras o por los fieles; describen la condición de los indígenas y de los coletos. Toman partido. Coinciden en el 1 de enero como el punto álgido del relato. Lo demás es pretexto para seguir justificando sus puntos de vista.
La novela se convierte, para los escritores, en una suerte de ensayo para exponer sus ideas. Las dos tienen resabios de ideologías, de formas de pensar, de entender nuestra realidad. Así la entienden y así es (al menos en sus páginas, porque, la neta, nadie sabe a ciencia cierta cómo es). Ya habrá tiempo suficiente para entender al EZ cabalmente, en perspectiva. Ahora se ha anclado en la historia, de donde salta a la literatura. Pero la literatura corre el riesgo de anquilosarse, de atorarse en la historia. ¿Cuántas obras literarias surgirán para contar, una y otra vez, el levantamiento de 1994? Están, como ejemplos, las novelas de chiapanecos que cuentan las rebeliones en los siglos XVIII y XIX, o las construcciones de presas.
La realidad es fuente inagotable para la literatura. Lo digo: ahí andan los personajes en la calle, en las esquinas, en las tiendas, en las cantinas, en la historia, en el espejo, en todos lados. La realidad es el escenario.
Pero cuando la literatura se convierte en un manual de historia, mmmm. Solamente que el escritor sea bien chicho, que dosifique los datos y, ay, que sepa narrar. (Por favor historiadores, absténganse de hacerla de narradores, o viceversa; o al menos redoblen esfuerzos).
Sino mejor leo fanzines, es placentero.


Zapping

5:15. Las mascaritas. 25 pesos la caguama. Botana cara y mala. Cerveza fría. Catálogo, un fraude: meseras gordas. 5:30. Calle. 5:40. Bar May (La tiendita). Pocas mesas. 7:00. Happy punk, ahí nos vemos. Eructo.


mentas: vlatido@yahoo.com.mx

4 comentarios:

nacho dijo...

¡Qué! ¿Soy el único por aquí?

Je, está curado eso de historiadores que se sienten narradores, pero bueno, narradores somos todos los que intentamos explicar cómo abrocharnos las agujetas de los tenis.
Saludos.
humphreybloggart.blogspot.com

Anónimo dijo...

Claro, si era una gran aventura, a los diez años, ir a comprar la tortilla. todo es narración. Vladimir

Anónimo dijo...

Hola, estoy realizando una investigación sobre literatura chiapaneca, he leido los dos libros, muy buenas novelas a las que haces mención, y lo único que puedo decir es que no estoy de acuerdo con tus comentarios, veo una profunda ignorancia, por un lado literaria y por el otro histórica, quizá seas antropólogo o algo así.

Anónimo dijo...

Chale anónimo, pos acepto la ignorancia sobre el quehacer literario en cuanto tal, pero la de la historia, pos no lo creo... neta!