Oficio de tinieblas

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sclc/vlátido

martes, julio 11, 2006

Chueco

Chueco



¡Puf! Se acabó el Mundial de futbol, por fin tendré aunque sea un par de semanas para desintoxicarme, antes de que empiece la liga en México y la fase final de la Copa Libertadores. En el interregno las noticias crecientes del fraude electoral empiezan a distraer mi atención, a entretenerme. Veo cómo la fiesta de la democracia ya va en la tornaboda; me siento un poquito ebrio y ya algo desvelado. Algo de eso me encabrona porque, he de ser sincero, aborrezco las pinches fiestas. Si mi harto tendré que hacerle caso a Luis Daniel Pulido, buscaré a mis cuates para que, en coro, gritemos: “¡chinga tu madre Calderón!”. Le agrego, con algo de esnobismo izquierdoso (porque no puedo dejar que gobierne la oligarquía, el clero y las televisoras), “tu reputísima”. Al final, ¡oh triste realidad!, no creo que López Obrador se unja como presidente. Y me encabrona, porque aposté unas caguamas a que sí… y, pobre iluso, también a que la Selección jugaría el famoso quinto partido. Me encabrona porque yo las tuve que pagar, aunque, al final, regresé medio bolo a mi casa.
Lo bueno de todo esto, le dije a Talita, es que el tiempo no se termina, que la carrera es larga, que la historia nos da otras oportunidades. Dentro de seis años ahí estaré otra vez con mi dedo gordo sucio de tinta indeleble, cruzando el sol sin bloqueador recostado en la arena con una michelada y clamato, lentes oscuros y mi greña al viento. Por eso no me desespero. Y la Selección lo mismo, ya estoy pensando quién puede ser el próximo técnico (no quiero apostarle a Hugo Sánchez, pero que se me hace que es el bueno), quiénes los jugadores, quiénes los naturalizados… y también quiénes se van a prestar, borregos, a hacerle el juego a la derecha; no me malinterpreten, no que apoyen al candidato de la gente bien, sino al carrilero que por derecha pueda desbordar, encarar, driblar descaradamente para enviar buenos centros. Pero no sólo a la derecha, sino también a la izquierda porque en el Mundial México nunca llegó por los costados. Yo le apuesto a los chuecos.


Zapping

El queso y los gusanos

Menocchio, un molinero italiano del siglo XVI, tiene una idea extraña: el mundo es como un queso y en él los gusanos somos todos, los hombres, los ángeles, Dios. La Santa Inquisición, al enterarse que Menocchio difunde estas ideas que atentan contra sus dogmas, le acusa de hereje, le sigue un juicio y al final lo ejecuta. Carlo Ginzburg, autor de El queso y los gusanos, rastrea esta historia para contar cómo las culturas subalternas, sus creencias y costumbres, sobrevivieron en la Europa medieval a pesar del férreo control de la Iglesia católica.

mentas: vlatido@yahoo.com.mx

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