· Pulsión escópica
Los tiempos aquellos de esperar la noche para entreabrir las persianas del cuarto y sentarse a aguardar, fumando, a que la vecina comenzara el ritual de desabrochar los botones de su blusa, bajar el zíper de su pantalón y dar la espalda en busca de su pijama, se han acabado.
Ahora no hay más que ir a un ciber, o comprar tarjetas prepagadas y meterse a internet. La cosa es sencilla: teclear la dirección correcta o conseguirse una amiga virtual exhibicionista.
Escopofílicos les llaman unos, voyeuristas otros, mirones la mayoría.
Es el placer de ver, de ser visto.
Putas, mujerzuela, tanga, porno, cogidas, son algunas de las palabras clave que nos llevan a sitios donde se exhiben mujeres cogiendo, que se dejan penetrar por negros, asiáticos, europeos, latinos o pigmeos; mujeres que, con dildo en mano, se asaltan unas a otras.
O sino contactar alguna comunidad virtual cuyo requisito sea contar con webcam. El sexo en tiempo real, sin el temor de enfermedades y con la seguridad de que, si alguien es rechazado, encuentra consuelo en la mirada. O quizá en la exhibición de su cuerpo.
Onanismo puro, destilado.
Una a una desfilan las imágenes, corren los fluidos que parecieran, a veces, escapar del sistema binario. El corazón quisiera dejar de latir porque no hay sentimientos, no hay culpa, solamente placer… inexorablemente carnal.
Es el lujo de vivir en estos tiempos, dominados por la imagen, por el voyeurismo, por el bienestar carnal, material. Es el eros electrónico. Así es la digigeneración.
Sí, se han terminado aquellos tiempos tan llenos de impaciencia. Ya no hay que esperar a que anochezca. Pero eso sí, que no se vaya la luz, por favor.
2 comentarios:
es chido lo q escribes...
Que onda eso de que no se vaya la luz... jajajajaja, cuando se va pues ni modo... hay que aprovechar la oscuridad para imaginar, para ecchar a volar la imaginación, también es chido, divertido y más enriquecedor.
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