Lascivia ucrónica
Todo es un sueño, una mentira. O una reinvención. Así es Ucronía, exposición del artista plástico Luis Villatoro. En ella hay fantasías, historias falsas, realidades que sólo existen en sus cuadros, en esas mujeres desnudas, lascivas, que deambulan por un mundo paralelo.
Es, como el nombre de esta columna, una mentira hecha realidad: en lugar y tiempo inexistentes.
Luis Villatoro no es un pintor de tendencias, de modas (él se define como un pintor de sentimientos, que se deja llevar por eso que trae dentro, que lacera). Su exposición retoma el sentido ucrónico para pasear en un sinfín de realidades que inexorablemente desembocan en una vagina húmeda, en labios carnosos y en cuerpos que son estéticos en esa realidad plástica. Reinventa amores con un sinnúmero de mujeres, fantasea con miles de posibilidades que tienen su origen, quizá, en una sola historia.
Es, dice Villatoro, un homenaje a la mujer. Una invención de situaciones, historias, en las que es inevitable el erotismo, el sexo y, en un desliz hormonal, la promiscuidad.
Así, del cielo cae un ángel sexuado (acierto: es una mujer), sus alas envuelven un cuerpo desnudo, perfecto, que invita al pecado, a la lujuria. Destila erotismo y fluidos que parecieran escurrir en la tinta roja. Es un amor prohibido.
O un retrato de mujer: ojos penetrantes, profundos; boca sensual y labios carnosos, antojables. Rostro que encierra algo prodigioso… que invita a la fantasía, a rescribir lo que nunca sucedió, lo que pudo haber sido.
Cuadros que lubrican y que exponen las ganas de mirar, de ver, de imaginar. Cada uno de ellos guarda una historia íntima que solamente Villatoro conoce. Pero eso no corta las alas de las miles de quimeras que se cruzan por nuestras mentes, esas que alimentan sueños y que nos asaltan en noches húmedas.
A fin de cuentas la mente es la culpable del onanismo que nos obliga a encerrarnos en un mundo en el que los fluidos corren como ríos de lava por las venas.
La exposición estará hasta los últimos días de agosto en Plaza Crystal.
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